El esbirro general Carlos Orozco, jefe de la guarnición de Tampico, supo que el general Pablo González se había levantado en armas, y que sabía perfectamente bien que el teniente coronel Lucas González era pablista de hueso colorado y naturalmente se iba a levantar, lo mandó a llamar a la aduana.
Lucas ingenuamente fue contra lo que le previno el segundo del regimiento que lo era el mayor Rodolfo Sánchez Taboada, después general de división y gobernador de la Baja California, presidente del Partido y murió cuando desempeñaba el cargo de ministro de Marina en el gobierno de Ruiz Cortines.
Sánchez Taboada le decía a Lucas González que no tenía objeto que obedeciera ese llamado, que si ya se iban a levantar en armas esa noche, qué objeto tenía y Lucas, que era muy ingenuo, pero muy valiente, le dijo: "No voy a ver qué quiere decirme, a lo mejor ya se quieren rendir".
Llegando Lucas González al cuartel de la guarnición de la plaza, un grupo de ocho o diez oficiales le pusieron las pistolas en el pecho, y Orozco le dijo: "Dése usted por preso". Lucas no tuvo más remedio que rendirse, y fue conducido por Orozco y su grupo a la aduana marítima, donde Orozco tenía contrados a los celadores del resguardo, los marinos de un barco de guerra y el dinero de la aduana.
Sánchez Taboada dio el grito de rebelión, y se fue hacia la aduana con sus seiscientos hombres, pero antes había pasado a la casa de Orozco y puso presas a sus tres bellísimas hijas y se las llevó por delante encañonadas con carabinas. El mismo Sánchez Taboada portaba una 30-30 y se la ponía en la espalda a una de las muchachas.
Así llegó frente a la aduana y le mandó un emisario a Orozco que se asomara a ver el cuadro.
Orozco se asomó y cuando vio a sus hijas presas bajó de la aduana, mandó a decir a Sánchez Taboada que bajara a medio puente del Tamesí (ya no existe ese puente) y avanzaron los dos cabecillas solos. Orozco pistola en mano, Sánchez Taboada 30-30 en ambos brazos y preparado, encañonándose ambos.
Orozco le preguntó: "¿Qué actitud es la suya y qué es lo que quiere". "Pues quiero -le contestó Sánchez Taboada- que mate inmediatamente a Lucas González para yo matar a sus hijas, o que lo ponga libre para poner yo libres a sus hijas". "Y qué garantías me da de que una vez que su jefe esté libre no me ataca con mis hijas en la aduana", volvió a preguntar Orozco. "Le doy la garantía de que si sube usted inmediatamente al barco con sus hijas, leva anclas y sale del puerto no habrá dificultad". "Baje la carabina". "Pues enfunde su pistola, porque yo la carabina no la puedo enfundar".
Orozco obedeció y caminando hacia atrás tanto Orozco como Sánchez Taboada, después de haber convenido que una de las muchachas y Lucas se encontrarían en el puente, viniendo Lucas sin escolta y la muchacha también.
Ambos cumplieron, llegó Lucas a ponerse al frente de sus tropas, las que ya estaban tendidas sobre la aduana en línea de tiradores y con Orozco se reunieron sus otras dos hijas. Orozco saqueó un millón de pesos oro que había en la aduana, se los robó limpiamente, le ordenó al capitán que levara anclas y se largó para Veracruz.
Orozco nunca pagó sus crímenes pues el obregonismo triunfó y no fusiló a nadie, pues casi no se había combatido y los ánimos no estaban exacerbados. Después supe que Orozco fue a hincársele a Manrique y a pedirle perdón, y Manrique le volteó la espalda, diciéndole: "No os acongojéis, chiquitín, son azares del oficio".
Orozco se clavó el millón, y nadie le exigió responsabilidades pues no sé a quién que estaba cerca de De la Huerta, le dio una mordida y, y con eso arregló todo, y a nombre de Obregón le ofrecí un ministerio, solamente que no le dije por cuánto tiempo.
El teniente Coronel Lucas González y el mayor Sánchez Taboada pertenecían al regimiento que, a las órdenes del coronel Jesús Guajardo, mató en Chinameca al general Emiliano Zapata. Lucas no estuvo en esa acción porque estaba herido en Cuautla, pero Sánchez Taboada sí estuvo, con grado de capitán. Nada menos que fue él el que mandó la guardia que le hizo los honores a Emiliano Zapata, y que luego le hizo fuego. Así ascendió Sánchez Taboada a mayor.
Sánchez Taboada era un gran tipo, un hombre de mucho valer desde oficial y con cultura. Lucas González, su jefe, no le llegaba ni a un kilómetro; después entró el general Arnulfo R. Gómez al mando de su columna, en la que iban como segundos los coroneles Lázaro Cárdenas, Paulino Navarro, Talamantes, Manuel Arenas y como jefe de estado mayor del coronel Cárdenas el mayor Manuel Avila Camacho.
Esta historia es errónea. Al General Carlos Orozco lo iban a fusilar precisamente porque el Mayor Rodolfo Sánchez Taboada, traidor por asesinar a Emiliano Zapata, tomó el puerto y por consiguiente la aduana. Exigió al General Orozco el oro que resguardaba de las compañías petroleras y éste al negarse fue entonces encañonado junto con sus hijas. Fue gracias a la intervención de la esposa del General que haciendo honor a su integridad militar le dieron la opción de tomar un barco para zarpar a Veracruz y de inmediato abandonar el país. El oro fue entonces saqueado por el Teniente Coronel Lucas González y el Mayor Rodolfo Sánchez Taboada. Orozco al llegar a Veracruz tomó el primer barco que zarpaba del puerto, hacia Portugal donde estuvo varios años en exilio: fue traicionado para poder saquear el oro que resguardaba, y gracias a su integridad y honor militar, por no "quebrarse" su vida le fue respetada.
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